Decía Mompou: “la música que hago no es mía, la recibo”. Así hablaba de su música el pianista y compositor Frederic Mompou Dencausse. En mi opinión Satie y Mompou tienen mucho en común. Los dos compositores eran capaces de expresar una emoción intensa con un mínimo de material. Eso sí, a Satie se lo notaba su origen francés y a Mompou su origen catalán.

Su música es profundamente minimalista. Sus obras casi siempre son breves y con pocas notas. Es una música contemplativa que te lleva a un estado hipnosis total y te transporta a otros mundos, es única.
Casi toda su obra es para piano. Hay también canciones a voz y piano, composiciones para guitarra sola, y una obra para coro y orquesta (Improperios, 1964).
Nació en Barcelona en 1893 y murió en la misma ciudad en 1987. De padre catalán y madre francesa, Mompou creció en el número 2 de la calle Vila Vilá, enfrente del cabaré más espectacular de la Barcelona de siempre: el Molino. Estudió piano en el Conservatorio del Liceo de Barcelona y dio su primer concierto a los 15 años.
En 1909 decidió dedicarse a la composición tras haber quedado impactado al escuchar a Gabriel Fauré dando un concierto en la Sala Mozart de Barcelona donde interpretó sus propias obras. Quedó totalmente impresionado con al arte del, por aquel entonces, director del Conservatorio de París. Dos años más tarde Enric Granados le firmó una carta de recomendación y se mudó a París. Allí estudió piano y composición, escribiendo su primera obra: Impressions intimes.
Pero la vida en París no le seducía y en 1913 volvió a Barcelona. Entre ese año y 1919 podemos situar su primer período creativo. Obras como Escenes d’infants (1915-1918), Pessebres (1914-1917), Suburbis (1916-1917) y Cants mágics (1917-1919) pertenecen a ese período donde el compositor intenta reflejar realidades cotidianas pero a través de su prisma.
Mompou volvió a París y estuvo allí desde 1921 hasta 1941. De su período de París podemos destacar obras como Charmes (1921), los seis primeros Preludis (1927-1930), y Souvenirs de l’exposition (1937). A pesar de que estas obras son geniales se considera un período en el compositor no produjo mucho bueno, quizá debido a la posguerra y, sin duda, a la muerte de su padre y la enfermedad de su hermano.
Mompou era una persona, parece ser, más bien retraída. Esto coincide con su manera de componer. Mompou intenta desmaterializar la música, simplificando la forma lo más posible, y reduciendo la textura a lo mínimo, para dar más importancia a las notas esenciales. El pianista y compositor se quedó impresionado por el verso de San Juan de la Cruz “la música callada y la soledad sonora” y esto dio nombre a sus famosos 4 cuadernos de la Música callada de Mompou.
Hoy os traigo mi interpretación personal de dos de las 6 piezas que componen Charmes (Encantamientos) (1921). La primera se llama: pour endormir la souffrance (para atenuar el sufrimiento), y la segunda pour pénétrer les âmes (para penetrar en las almas).
Espero que os guste.
¡Salud y amor para tod@s!